domingo, 7 de septiembre de 2008

... But I'm going to be Ok

Decidí colgar el último trabajo que hice en clase de Expresión Escrita y aunque cambié el título, me encantó que a pesar de todo lo que me ha sucedido aún tenga la esperanza de ser feliz.
Para El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, por todo lo que vivió y soportó.


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Al caminar por los sombríos pasadizos que conformaban su Universidad, Abbigail recordó que en la clase a la cual se dirigía no conocía a nadie. Sus amigas de ciclos anteriores la habían abandonado, la dejaron a la deriva con extraños y misteriosos nombres que en ese momento trataba de recordar. Su mirada solo se dirigía a esa lejana escalerilla que tenia que descender para llegar a su salón de clase. El fierro que conformaba las barandas estaba tan helado como la noche, las paredes de tono añil, teñían febrilmente el fluorescente colocado en lo más alto del muro, el cual emanaba unas ondas blanquecinas-liláceas. Comprobó nuevamente su cuaderno en donde tenía anotadas las referencias de la estancia. Sí, es ahí – dijo débilmente – y tragando un poco de saliva se dirigió a esa tétrica habitación.

Quiso sentarse en la segunda carpeta para dar una buena impresión. Los asientos, que eran mullidos y confortables, invitaban a un descanso placentero y eterno. Las paredes de color cobalto no transmitían de manera eficiente la luz, por lo que ella buscó la ventana más cercana para ver si la luna le suministraba un poco de claridad. Había dejado de sentirse intimidada y extraviada porque algo de esa estancia le era familiar. No parecía el inconfundible e insípido lugar donde se dictan clases. Este sótano desprendía energía en cada rincón. Ya no era esa alcantarilla que ella se imaginaba. Todo estaba en perfecto orden y hasta su ropaje, igualmente original, armonizaba con el ambiente.

Mientras observaba cada baldosa, colocada en forma de mosaico sobre el suelo, recordó los tibios días que permaneció en Portugal, esa alegría invadía su alma hasta materializar su deseo de regresar a Lisboa, donde cada superficie está revestida por una loseta en particular. Su inspección se detuvo cuando una afable luz cenicienta se filtró por la pesada puerta de caoba. Un estudiante de mediana estatura sonriendo con criminal suavidad acababa de entrar al salón, impregnando ese aposento de una especial calidez y un perfume con aroma a lavanda y vainilla.



Este video es "Hand in my pocket" de la grandiosa Alanis Morrissette. Retrata exactamente mi optimismo hacia él, hacia todo.


1 se atrevieron a comentar:

Anónimo dijo...

Hermosa historia sin contexto y sin sentido bien definidos aun. Me encanta =)
Hay caracteristicas de Abigail que obtuviste de ti misma, y no son precisamente lo mentirosa y egoista (aunqe este ultimo...), sino detalles minimos, incorporeos y delicados que me recuerdan a ti ^^

 
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