Ayer, acostada en mi cama, me di cuenta que quizás he dejado ir muchas cosas por pereza de pelear, por dolor a saber que al final las voy a perder.
Cada noche que he pasado en México me han hecho pensar en ti. En convencerme que algunas situaciones no tienen arreglo y que es normal tratar de solucionar algo ya roto y que en la vida, si Dios me destina a sufrir de nuevo, voy a tener que aprender que, no solo el esfuerzo basta para alcanzar algo sino también convencerte en lograrlo. La mayoría de los días soy yo quien da los consejos de amor y define el término de una relación en etapas. Una de las primeras es la culpabilidad, esa que te da la sensación de que es la otra persona quien posee toda la culpa porque tú hiciste todo lo que podías y odias y lloras y te da ganas de volver a estar al frente de tu ex amado (a) y “zamaquearlo” para hacerlo reaccionar: “me estoy yendo de tu vida… me voy… estoy desapareciendo” y casi siempre terminas la frase diciendo “¡POR FAVOR REACCIONA!”. Date cuenta y corre detrás de mí.
Supongo entonces, que la segunda es, o seria, la etapa de negación. En donde dices que ya nada te importa y que en verdad el tiempo que le diste es algo perdido y que en ese trayecto de vida hubieses sido EL/LA HEROE/HEROÍNA y salvar miles de personas. ¿Tú crees que todo fue malo? Por último, la fase de aceptación, te dice que fue bueno, tanto para ser real y que los cuentos de hadas son fáciles de acabar, así que hay que recoger tus sonrisas y guardarlas otra vez, haciéndote la promesa de que la próxima vez serás más sensata y escucharás cuando tus amigas te decían “no por favor deja de hacer lo que vas a... ¡CARAJO TE LO ADVERTÍ!”.
Me he dado cuenta que yo, cada cierto tiempo, paso por las tres etapas y es difícil dejar de recordar cada detalle. Maldita memoria. Fallas en algunas ocasiones pero me traicionas para muchas. Fui una idiota al dejar que mi orgullo gane la batalla, al darme por vencida, pero parecía lo más correcto en esa situación. Siempre esperé ese final de película en donde me dices “¡espera!” y esa palabra hace que sonría y diga “por fin, un final feliz”.
Siempre pienso que a veces lo que haces o piensas hacer sale mal y como un espejo, todo regresa. Todo lo malo o cosas que hice por divertirme han regresado este año y el pasado y el antepasado. Te extraño y cada día quiero escribirte y llamarte. Lo mejor fue borrar tu número de mi lista. Cuando lo elimine me dije a mi misma que a ojos cerrados lo podría marcar y recordar para siempre. Mírame ahora, solo sé que comienza con un 4 los otros cinco dígitos ya no los recuerdo.
Quisiera añadirte a todas mis redes. A las que tengo y a las que me faltan crear. Quiero que estés en mi vida. En mi corazón sigues estando pero ya sal. Cada vez duele más y han pasado 2 años y no te puedo olvidar. Ven por mí. Te sigo esperando.
Cada noche que he pasado en México me han hecho pensar en ti. En convencerme que algunas situaciones no tienen arreglo y que es normal tratar de solucionar algo ya roto y que en la vida, si Dios me destina a sufrir de nuevo, voy a tener que aprender que, no solo el esfuerzo basta para alcanzar algo sino también convencerte en lograrlo. La mayoría de los días soy yo quien da los consejos de amor y define el término de una relación en etapas. Una de las primeras es la culpabilidad, esa que te da la sensación de que es la otra persona quien posee toda la culpa porque tú hiciste todo lo que podías y odias y lloras y te da ganas de volver a estar al frente de tu ex amado (a) y “zamaquearlo” para hacerlo reaccionar: “me estoy yendo de tu vida… me voy… estoy desapareciendo” y casi siempre terminas la frase diciendo “¡POR FAVOR REACCIONA!”. Date cuenta y corre detrás de mí.
Supongo entonces, que la segunda es, o seria, la etapa de negación. En donde dices que ya nada te importa y que en verdad el tiempo que le diste es algo perdido y que en ese trayecto de vida hubieses sido EL/LA HEROE/HEROÍNA y salvar miles de personas. ¿Tú crees que todo fue malo? Por último, la fase de aceptación, te dice que fue bueno, tanto para ser real y que los cuentos de hadas son fáciles de acabar, así que hay que recoger tus sonrisas y guardarlas otra vez, haciéndote la promesa de que la próxima vez serás más sensata y escucharás cuando tus amigas te decían “no por favor deja de hacer lo que vas a... ¡CARAJO TE LO ADVERTÍ!”.
Me he dado cuenta que yo, cada cierto tiempo, paso por las tres etapas y es difícil dejar de recordar cada detalle. Maldita memoria. Fallas en algunas ocasiones pero me traicionas para muchas. Fui una idiota al dejar que mi orgullo gane la batalla, al darme por vencida, pero parecía lo más correcto en esa situación. Siempre esperé ese final de película en donde me dices “¡espera!” y esa palabra hace que sonría y diga “por fin, un final feliz”.
Siempre pienso que a veces lo que haces o piensas hacer sale mal y como un espejo, todo regresa. Todo lo malo o cosas que hice por divertirme han regresado este año y el pasado y el antepasado. Te extraño y cada día quiero escribirte y llamarte. Lo mejor fue borrar tu número de mi lista. Cuando lo elimine me dije a mi misma que a ojos cerrados lo podría marcar y recordar para siempre. Mírame ahora, solo sé que comienza con un 4 los otros cinco dígitos ya no los recuerdo.
Quisiera añadirte a todas mis redes. A las que tengo y a las que me faltan crear. Quiero que estés en mi vida. En mi corazón sigues estando pero ya sal. Cada vez duele más y han pasado 2 años y no te puedo olvidar. Ven por mí. Te sigo esperando.
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