jueves, 18 de diciembre de 2008

Um verão em Portugal

Este post es enteramente para mis mosqueteras: Cristina García e Ingrid Delgado. También para Manuel Moreno y Manuel Tejero. Desde ese día Moreno odio las frunas sabor naranja y los ipod nano blancos.
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Acabo de cerrar esa pesada puerta de madera que me separa del muladar lleno de familiares, que es el segundo piso de mi casa, y la oficina de mi papá. Que las computadoras estén tan lejos es un verdadero problema, tengo que acomodarme a los horarios de trabajo y escribir cuando nadie se encuentra aquí.

Es difícil también no tener Ares y escuchar música desde Youtube. Siempre me imagino que “Love Bug” o “Inolvidable” no suenan igual, el sentimiento parece diferente, distante. Tendré que conformarme a estos cuatro largos meses, bueno, ya pasó una semana, creo que es malo pero aun no viene lo peor.

Otro maldito verano. Hay algo del sol y la arena que no me convence, quisiera que todas las épocas del año fueran como el invierno o el otoño y yo poder extender mis brazos fuera de Trujillo y encaminarme hacia mi oscura mesa de estudio para sufrir con las separatas, eso es mejor que rostizarme mañana, tarde y noche.


Que todo fuera como el verano pasado





Cuando hablo del verano pasado es el del 2008, este verano… parece que el año se terminara y con el todas las penas en Máncora. Yo no fui. Criss veraneó por mí y conoció a millones de argentinos, mexicanos y un solo brasileño.

—Yo no quiero a brasileños —le dije— a mi me interesan los portugueses.

Un portugués como Bruno. Para que pedir más. Era el chico por el que yo actualizaba a cada segundo la página de “La hora legal en Portugal”. Me fascinó ese país y hasta ahora me siento extraña visitando Chan Chan o cualquier otro lugar turístico que no sea uno de allá.

De wikipedia me aprendí completamente la historia de ese maravilloso país. También el nombre de los jugadores de fútbol. El grande Cristiano Ronaldo, sonreía de manera cómplice en la pantalla de mi laptop y “Me abraça, me beija” retumbaba por todos los rincones de mi casa. Era lo mejor tener mi burbuja portuguesa en la mañana y en la tarde. Quedaba completamente sumergida en ella, moviendo los brazos estúpidamente enamorada de Palmela, Gaia y Lisboa.

En mi mente unía cada cuadradito verde y rojo que formaran la bandera de Portugal. Criss me trajo de su viaje de Máncora unos “pendientes” (y lo digo de manera elegante) bicolores para que yo los luciera en mi próximo inicio de ciclo. En el camino a mi casa pensaba que esos aretes parecían navideños, pero al cerrar mi puño fuertemente sentía que poseía una partecita de Portugal dentro de mí.





Me largué de Trujillo antes de tiempo, porque sentía que ya no tenía nada que hacer en mi ciudad. No es que la odie. Ya me había acostumbrado a estar sola dentro de cuatro paredes melones que conformaban mi cuarto en la pensión. Criss llegó mucho después, para irse. Para irnos. Ese fue uno de los momentos más tristes de mi vida. Dejar esa reja negra que me había acogido 2 largos años, a la hermana Gladis y ha sus intentos por hacernos más católicas dejando de fumar y tomar ron por las noches. No me olvidé de mis hermanas. Ellas también se fueron tiempo después para “algo mejor” aunque dentro de nuestro corazón sabemos que no hay nada mejor que reunirnos en un cuarto para ver películas y contar historia de terror.

Esos días soleados jamás regresarán. Ni las risas, ni los sueños, ni las promesas (“papá este ciclo te juro que subiré el promedio… te lo juro”). Ni lavar descalzas en ese pequeño cuarto sin luz construido por Fujimori. Desde que dejé aquella casa todo cambió. Me levantaba más temprano para llegar a mi Universidad y el segundo ciclo empezó con algunos problemas. A los dieciocho días ya estaba perdidamente enamorada de un tal Bruno, Criss seguía pensando en Francho e Ingrid… bueno de Ingrid no sabía mucho porque ya no la veía. Para mi cumple hablé con Raimond Manco (después de que In comentara que había una fan enamorada del ex jotita de la selección peruana).




Terminé odiando el curso de Economía, a Manuel Moreno y al tal Bruno. A Manuel Tejero siempre le reservaba un lugar especial, porque su actitud era todo lo que mis ojos deseaban ver. Me despedí de Beto diciendo que iba a extrañar resolver el examen de sociales antes de darlo y estudiar con él Economía hasta las 10pm en el sétimo piso de la universidad. Después abrí este el Blog y Loco Chismoso (o mejor dicho Loca Chismosa) me hizo la vida imposible por hablar del tal Bruno. Seguí adelante. Solo si el tal Bruno me lo pedía, yo iba a borrar lo escrito y si no lo hacía, pues esta ventana seguiría alardeando su nombre y apellido cada vez que pudiera.

Tercer ciclo también empezó con dificultades. El tal Bruno en tres salones de clases, que desgracia. No podía hacer nada para evitarlo y la única salida era “si a él le molesta, pues que se vaya. Yo me siento muy cómoda por mi forma de escribir y ver el mundo. Mi mundo”. Lloré, juré no hacerlo jamás (no frente a él, claro está) y hoy en día somos amigos. Quien lo diría.

Empezar, empezar ¿será difícil? Espero que no. Solo deseo que esos 94 días que faltan (y esbozo una sonrisa porque me parecían más) se pasen en un abrir y cerrar de ojos. Quiero estar encima de mi bote lidiando con las cálidas aguas de Lunahuaná, tomando licor de leche con Ingrid y Cristy y conversando de todo lo que nos aquejó este verano… el que nos espera.



El video que les cuelgo en esta ocasíon es "Lovebug" de los Jonas Brothers. Una canción fresca y muy de Portugal. La que me hará compañía todo el verano. "Now I'm speechless, over the edge, I'm just breathless, I never thought that I'd catch this LOVE BUG again, hopeless, head over heels, In the moment, I'd never thought that I'd get hit by this LOVE BUG, again..."


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