miércoles, 12 de noviembre de 2008

El tutor de miedo y la mediocridad de discípulo

¿Quién tiene la culpa?

Por: Gabriela Bocanegra y Lucy Zevallos.


“Mientras estábamos viendo un video de Rauschemberg, Stephanie me preguntó si tenía mi cuaderno al día, yo le contesté afirmativamente estrechándole el mismo. Nuestro profesor levantó la mirada y nos botó de clase. Le quise explicar la razón del incidente, pero él se negó a escuchar. No sé ni porqué gastaba mis palabras, él es siempre así.” Los alumnos ven en su profesor, además de personas instruidas, autoridades que tienen que respetar. Pero ¿cuando este respeto se convierte en una barrera para la comunicación?

En la situación anterior se pueden comprobar cómo las relaciones que existen entre profesor y alumno son distantes. Esta forma vertical de observar a nuestros superiores, hace que el sentimiento de miedo se apodere de nosotros y repelamos a sus enseñanzas y consejos. Pareciera que el trato que nos brindan es formal y frío, como si nos les importara otra cosa que cumplir con las horas de clase programadas. Los alumnos, entonces ¿Por qué responderíamos de manera diferente?

El tiempo que pasamos en las aulas, no son solo escuchar y memorizar una cantidad incontable de conceptos, sino, una segunda oportunidad de comunicación que a veces no se encuentra en nuestros hogares. El profesor y el alumno deberían buscar y entablar esa “confidencialidad” que tanto se necesita, pero que es difícil de conseguir. Muchos educadores no se prestan a “esos juegos” y creen que su labor termina al cerrar la pesada puerta del salón. Están sumamente equivocados. Los alumnos tienen la tarea de demostrarles que ellos también pueden interpretar el papel de amigos.

No es una etapa fácil, los adolescentes vivimos con constantes presiones tanto de la familia como de los compañeros, nos enfrentamos diariamente a decisiones significativas que marcaran nuestra vida, tratamos de mostrar fortaleza en todo momento y así dejar en claro que ya no somos niños. A pesar de todo, no es más que una careta que nos imponemos amargamente con el propósito de dejar las niñerías de un lado, para tratar de actuar como los adultos, quienes todavía no somos. El profesor universitario, tiene la concepción de estar tratando con personas maduras, con estudiantes con criterio suficiente para lidiar con cualquier situación, nos etiquetan y apartan del mundo de juegos y salidas en grupo que tanto conocemos para ser máquinas que respondan a sus intereses. Necesitamos un guía que nos indique porque camino recorrer, un modelo a seguir, un profesor que más que a informar se dedique a formar, un amigo que nos cuente de sus experiencias y anécdotas. Alguien en quien podamos contar no solo para aclarar nuestras dudas académicas sino también las que afrontamos día a día.

Nuestros ojos ven una realidad contradictoria donde las hipocresías reinan, nuestros oídos deciden al azar a quién deben escuchar, nuestros pasos siguen a la demás multitud de incomprendidos. La desconfianza se apodera de nuestra mente y ya no son los padres a quién contamos nuestros problemas, vemos a los amigos como “guías”, por quienes rápidamente nos dejamos influenciar. Buscamos sobre todo aceptación. Esa aceptación que quizás no la encontramos en las áreas de estudiantes como nosotros, sino en cubículos y horas de asesorías: con los profesores.
Por último, se debe dejar en claro que no toda la responsabilidad en relación con la enseñanza recae en el maestro, sino son los educandos quienes también tenemos parte de esta. Lamentablemente, muchas veces no se cumple por ambas partes, ya que hay una conducta de conformismo y mediocridad, que limita nuestras voluntades. Cada una con su propia excusa: ¿Hasta que punto puede un profesor obligar al alumno a aprender?



El video que les cuelgo es "This is my world" del grande: Darius Rucker... ¿Hasta que punto estamos dispuestos a cambiar?


1 se atrevieron a comentar:

rR. dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJA. me acorde cuando en el cole y en el ipp tambien habian algunos profes de esos que te echan sin preguntar, no les interesa nada, a mi me parecia divertido y les hacia mas preguntas para que se molesten mas. nose que piensan, nose si piensa, piensan si, pero nose en que. bueno me voy antes que me eches, jeje.

saludos.

 
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